Por
Yeter Palmero/ Televisión Camagüey
A pesar de que
tradicionalmente el abundante tráfico que por allí circula hace de este un sitio ruidoso, en el instante que describo hay
algo de calma. Los pensamientos fluyen y la originalidad del paisaje deslumbra.
No hay perfecciones pero si belleza.
Llegué a esa parte de la geografía cubana, gracias a
la hospitalidad de un amigo, a su confianza en mí, a su respeto. Un capuchino
excelente que compartimos en el Café Móvil de Boca nos colocó frente a frente;
tal como luego, una llamada telefónica motivó mis pasos hasta el puente que me regaló una calma que no olvidaré nunca.
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