martes, 15 de marzo de 2011

Elio Véliz Sánchez: monarca del periodismo camagüeyano


Tomado de www.cubaperiodistas.cu
Sonia J. Castillo Cabreja
Lázaro David Najarro Pujol

La redacción del periódico Adelante bullía entonces en el reparto Jayamá. Era espaciosa, ventilada y la luz, centinela insomne de los sueños nobles, se enseñoreaba en aquel horno de ideas.

Las insustituibles máquinas de escribir, con su tap-tap-tap, convocaban a la reflexión cotidiana, al diálogo encendido, al intercambio fraterno y respetuoso entre pensadores.

En aquellas contiendas por la verdad, Elio Véliz Sánchez, caballero de quijotesca figura que inspira estas líneas, solía mantenerse parado, pulcra y elegantemente vestido junto a su buró, acaso porque la firmeza se expresa mejor con ademanes mesurados como los suyos, de pie.

La zafra no era el sector más ambicionado por los reporteros: requería conocimientos y sacrifico. ¡Mucho sacrificio! Camagüey aportaba a la economía nacional un millón de toneladas de azúcar.

Sus 14 centrales, “24 en la antigua división político-administrativa”, molían de día y de noche, recuerda Elio, quien se encargó de escribir sobre el tema en las páginas del primer diario fundado después del Primero de enero de 1959.

En los campos de caña, los vocablos sudor y trabajo se personificaban en hombres y mujeres convencidos de que en su hacer empeñaban la vida del país y de la Revolución misma.

Junto a ellos, otro hombre, un intelectual, agenda y bolígrafo en mano, los dignificaba con su sola presencia de periodista, con sus preguntas alentadoras, con su optimismo raigal e inconmovible.

Los animaba con su convicción- traducida en verbo en las páginas del diario- de que la proeza era viable y cierta, aunque a la sazón también escaseaban la mocha idónea, la lima indispensable, las botas de campaña, la camisa y el sombrero contra el sol ardiente, el alimento que compensara tamaña entrega.

No pocas veces faltó su presencia en casa en esas fechas señaladas para la familia porque el pitazo de algún coloso camagüeyano sonaría, en señal de victoria y de júbilo, justo a la medianoche de los besos, de los abrazos y de las evocaciones.

Y es que siempre habrá periodistas dispuestos a sacrificar su yo por la fragua fecunda del nosotros, esa matriz donde se engendró el alma de la nación cubana.

Por eso Elio Véliz es un monarca del periodismo en Cuba. Y será, por siempre, “el pensador” que enorgullece a sus colegas de Adelante, aunque su inoportuno, desafortunado e imprudente Parkison lo prive ahora del placer de escribir que durante años lo ató a su Underwood, su primera confidente, y ante su Roboton, después, antes de la invasión enajenante de las computadoras.

Es monarca porque es ejemplo. Por su dedicación, callada y sin fanfarrias, al estricto cumplimiento del deber. Por su modestia, su sencillez, su sentido de la disciplina y de la responsabilidad. Por su orgullo de ser cubano, y periodista.

Cuando Elio Véliz Sánchez recibió, en el salón de protocolo Nicolás Guillén de la Plaza de la revolución Ignacio Agramonte, el Premio por la Obra de la Vida, compartí con él estas evocaciones que aún conserva mi memoria y le pedí que el mismo terminara la crónica:

-“El periodista debe siempre buscar lo nuevo en la propia realidad. El periodista es un cronista de su época y debe atemperase a ella”.

Así sea.

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