Siempre la muerte de Fidel
me parecía lejana, incluso ayer creo que me resultaba difícil comprender los
últimos acontecimientos.
Hoy amaneció Camagüey con
aires de despedida para el Comandante. Hoy nos disponemos a sellar nuestro
homenaje en miles de firmas y me embarga un dolor profundo, de esos que por
varios días no dejan brotar las lágrimas.
El Comandante se ha ido
físicamente y asumirlo duele. C0mrpometernos a mantener su obra ya perfeccionarla es nuestro mejor homenaje a
quien dedicó toda una vida a favor de los pobres, los olvidados, los más
débiles y vulnerables…
Mis hijos no le conocerán en
vida. Yo que tuve el privilegio de nacer en Revolución escuchando sus
discursos; pero no dejaré de trasmitirles mis experiencias, los años que he
vivido admirando a quien se olvidó de posiciones y títulos para defender a los
excluidos, a quien dio dignidad a un
pueblo pequeño con una obra humanista sin precedentes.
No fue perfecto Fidel, pero en
él hay tanto que admirar que creo hizo más de lo que muchos esperábamos.
Dios le regaló nueve décadas
de vida y pudo acompañarnos en este camino a los cubanos desde la cercanía de un familiar. Doy gracias siempre por haber vivido estos tiempos. Para mi nadie supera el amor de Cristo por los hombres y mujeres de la tierra. Veo en Fidel y en su gestión por los pobres mucho de quien aprendió del evangelio.
Siento profundamente su partida.
Mi hasta siempre Comandante va desde el alma.
!Nadie puede borrarte de la
historia. Somos testigos de tu vida y de tus mejores logros!
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