Al parecer las piscinas olímpicas en Rio de Janeiro recibieron la misma radiación que convierte a Bruce Banner en el increíble Hulk, porque las aguas que deberían ser azules están más verdes que nunca.
El misterio de la inexplicable metamorfosis cromática inquieta a los
deportistas que tienen que lanzarse una y otra vez en el caldo verdoso
en que se han convertido el pozo de clavados y la piscina de polo
acuático del centro acuático Maria Lenk.
Los organizadores achacan el cambio de coloración a la ploriferación
de un alga debido al calor, pero los expertos de la Federación
Internacional de Deportes Acuáticos (FINA), no están muy convencidos, y
piensan más bien en fallas químicas y de circulación.
Además, las aguas no han retornado a su coloración ideal, como habían
prometido ayer los organizadores, que insisten en la limpieza e
inocuidad de unas albercas olímpicas que invitan a todo, menos a querer
zambullirse en ellas.
Mario Andrada, director de comunicaciones del comité organizador de
Rio-2016, achaca el problema a un cambio en los niveles alcalinos del
agua, que podría ser fruto del calor, la poca ventilación o el exceso de
competidores.
Para la FINA, por el contrario, faltan ciertos químicos necesarios
para el tratamiento de las aguas, y los clavadistas también descartan la
teoría de los participantes, pues todos practicaron aquí antes de las
competencias, y el agua se mantuvo celeste.
A su vez, expertos en mantenimiento de instalaciones acuáticas,
también cuestionaron la explicación de las algas, pues la proliferación
tan veloz de dichos organismos en tal cantidad de agua solo sería
posible bajo circunstancias y condiciones muy puntuales.
De hecho, el aumento de las temperaturas no bastaría para colorear de
verde un tanque de clavados de un día para otro, y la circulación del
agua tendría que ser nula, ya sea por fallos humanos o mecánicos del
sistema.
De entrada, algunos oficiales intentaron resolver el problema
echándole más cloro a las piscinas, en lugar de vaciarlas y llenarlas
nuevamente con agua tratada, y lo único que consiguieron fueron quejas
de deportistas con irritación en los ojos.
Según los especialistas, hace falta más que cloro para mantener
cristalinas las aguas de una piscina, pues el proceso involucra filtros y
numerosos compuestos químicos que regulen el pH (acidez) de las aguas y
eliminen algas y bacterias
(Con información de Prensa Latina)
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