Por José Gilberto Valdés/ Televisión Camagüey
Primero una aclaración. Cederistas es un vocablo popular derivado de las siglas CDR, que corresponden a la mayor organización de masas cubana: Comités de Defensa de la Revolución.
El la noche del 28 de septiembre de 1960 esas comisiones de vecinos surgieron a propuesta del Comandante Fidel Castro Ruz, cuando unos petardos intentaron interrumpir su discurso al pueblo, congregado en los alrededores del Palacio Presidencial.
Yo tenía en aquel entonces 10 años de edad. Solo recuerdo el viejo radio a toda voz, como otras veces, en el portal de mi casa. El que no quería escuchar, que cerrara las ventanas.
Por embullo quise sumarme al inusual ajetreo en las apacibles noches de una ciudad provinciana. No tenía la edad suficiente para ser miembro efectivo, voluntario; por lo que pedía a mi padre que me dejara acompañarlo una parte de la guardia revolucionaria.
Cierto día, nos tocó un recorrido junto a un señor, talabartero — fabricaba monturas para caballos— gente agradable, español de origen y sordo como una tapia. Una fuerte explosión en una calle contigua hizo vibrar el pavimento. Nuestro acompañante nos miró con ojos bien abiertos y dijo: ¡oíste!... Nos unimos a otros vecinos, junto a la humeante carrocería de un automóvil, en improvisado acto de repudio contra la acción terrorista. De ahí aprendí la frase de aquel negro que gesticulaba con las manos sobre su pecho: ¡…aquí nadie come miedo!…
Otra anécdota que recuerdo fue cuando la Crisis de Octubre (“Crisis de los Misiles”). Los muchachos y mujeres del barrio tocaban puerta por puerta recogiendo donativos para los milicianos movilizados en las trincheras. Reunimos latas de sardina y leche condensada, abrigos, pedazos de nylon para cubrirse de las lluvias…hasta una botella de vino.
Con el paso del tiempo cambiaron los enfrentamientos, había que poner freno a la delincuencia. En las madrugadas bajo el farol de un centro comercial me acompañaban los libros de textos escolares y aprovechaba para dar pase de revista a las asignaturas más complejas.
Curioso resulta que durante el cumplimiento de una misión como combatiente internacionalista en tierras africanas, todas las noches un oficial leía el listado de las postas. A alguien se le ocurrió encender una grabadora con la canción de los CDR… en cada cuadra un comité, en cada cuadra Revolución… La idea perduró cada jornada. Muchas mentes viajaban miles de kilómetros hasta el “verde caimán” (Cuba).
Y aquí estamos, 51 años después, esperando otra noche de guardia cederista.
El la noche del 28 de septiembre de 1960 esas comisiones de vecinos surgieron a propuesta del Comandante Fidel Castro Ruz, cuando unos petardos intentaron interrumpir su discurso al pueblo, congregado en los alrededores del Palacio Presidencial.
Yo tenía en aquel entonces 10 años de edad. Solo recuerdo el viejo radio a toda voz, como otras veces, en el portal de mi casa. El que no quería escuchar, que cerrara las ventanas.
Por embullo quise sumarme al inusual ajetreo en las apacibles noches de una ciudad provinciana. No tenía la edad suficiente para ser miembro efectivo, voluntario; por lo que pedía a mi padre que me dejara acompañarlo una parte de la guardia revolucionaria.
Cierto día, nos tocó un recorrido junto a un señor, talabartero — fabricaba monturas para caballos— gente agradable, español de origen y sordo como una tapia. Una fuerte explosión en una calle contigua hizo vibrar el pavimento. Nuestro acompañante nos miró con ojos bien abiertos y dijo: ¡oíste!... Nos unimos a otros vecinos, junto a la humeante carrocería de un automóvil, en improvisado acto de repudio contra la acción terrorista. De ahí aprendí la frase de aquel negro que gesticulaba con las manos sobre su pecho: ¡…aquí nadie come miedo!…
Otra anécdota que recuerdo fue cuando la Crisis de Octubre (“Crisis de los Misiles”). Los muchachos y mujeres del barrio tocaban puerta por puerta recogiendo donativos para los milicianos movilizados en las trincheras. Reunimos latas de sardina y leche condensada, abrigos, pedazos de nylon para cubrirse de las lluvias…hasta una botella de vino.
Con el paso del tiempo cambiaron los enfrentamientos, había que poner freno a la delincuencia. En las madrugadas bajo el farol de un centro comercial me acompañaban los libros de textos escolares y aprovechaba para dar pase de revista a las asignaturas más complejas.
Curioso resulta que durante el cumplimiento de una misión como combatiente internacionalista en tierras africanas, todas las noches un oficial leía el listado de las postas. A alguien se le ocurrió encender una grabadora con la canción de los CDR… en cada cuadra un comité, en cada cuadra Revolución… La idea perduró cada jornada. Muchas mentes viajaban miles de kilómetros hasta el “verde caimán” (Cuba).
Y aquí estamos, 51 años después, esperando otra noche de guardia cederista.
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