martes, 17 de mayo de 2011

Algo de Alfonsina Storni


Por Yeter Palmero/TV Camagüey

Alfonsina Storni (1892- 1938) es una de las poetizas latinoamericanas a la que más recurro para comprender la evolución del pensamiento femenino en el Continente. Su obra junto a la de Delmira Agustini, Juana de Ibarborou y Gabriela Mistral marcó a inicios del siglo XX un modo de hacer; marcó la voz de las féminas en las letras.

Marilyn Bobes en el prólogo a la Antología Poética que de la autora publicase la Editorial Casa de las Américas en 2004 , comenta el valor de los libros La inquietud del rosal(1916), El dulce daño(1918), Irremediablemente(1919), Languidez(1920), Ocre (1925), Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938).

Fragmentos de esta publicación nos muestran a Alfonsina tal cual fue.
La mañana del 25 de octubre de 1938 las aguas ferruginosas del Mar del Plata devolvieron a la orilla el cadáver de una mujer menuda, de 46 años, con los ojos claros y el rostro sereno. Aquella insigne ahogada había nacido también en el mar, pero el acontecimiento de su llegada al mundo aparece registrado en una pequeña aldea en la Suiza italiana conocida como Salla Capriesca. Nadie, sin embargo, se atrevería a negar su condición de Argentina a la mítica poetisa Alfonsina Storni, cuyas tempestuosas circunstancias vitales sobrepasan el estudio, en ocasiones superficial, de su obra literaria para convertirla en leyenda: su hipotética muerte por amor la ha transformado en símbolo de una esencia romántica que la propia autora intentó rechazar desesperadamente, aún cuando su denuedo no siempre se viera coronado por el éxito, y su público y gran parte de su crítica prefirieran- todavía hoy- resaltar aquella parte de su obra que refuerza su pertenencia a una estética fundamentada en las sublimaciones y la subjetividad.

El camino recorrido por la Storni de su primer libro- La inquietud del Rosal (1916)- hasta el último- Mascarilla y trébol (1938)- delata una batalla desesperada por liberarse de aquel «primer modo, sobrecargado de mieles románticas» del que tímidamente reniega en un prólogo realizado por una antología personal que el mismo año de su muerte voluntaria entregara a la editorial argentina Espasa- Calpe. Difícil propósito si se piensa que en aquellas primeras décadas de nuestro siglo, como también en el anterior, una mujer apenas podía acercarse a la literatura en tonos que desafiaran el orden establecido por el discurso patriarcal.

Características como la ironía, el desacato e incluso la intelectualización, eran patrimonio de un mundo exclusivamente masculino que solo se mostraba tolerante con las escritoras cuando estas asumían una función decorativa en los salones, declamando, entre los peplos griegos que dejaban traslucir sus encantos, la aceptación de su debilidad y de su sometimiento…

Dicen era Alfonsina mujer poco agraciada, infeliz en amores, madre soltera. Intelectuales como Jorge Luis Borges la acusaban de «chillona». Otros, que ensalzaban su primera etapa (la que cierra con el cuaderno Ocre, en 1925), reprochan a sus libros posteriores ser en exceso cerebrales.

Más que una exponente de la poesía femenina del modernismo o el postmodernismo o una vanguardia tardía, Alfonsina Storni es una fundadora. Su voz, nacida de la rebelión y del desacato, descuella por su autenticidad y su valentía en medio de tantos artificios y convenciones literarias y vitales. A ella tendremos que agradecerle el « acento extranjero» que la separa de las corrientes poéticas imperantes en las primeras décadas de nuestro siglo porque es en él precisamente donde las inquietudes femeninas laten con mayor fuerza y vehemencia desbrozando el camino.

Algunos de sus poemas
LA INQUIETUD DEL ROSAL
El rosal en su inquieto modo de florecer
Va quemando la savia que alimenta su ser.
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
Tantas son que la planta morirá por este mal!
El rosal no es adulto y su vida impaciente
se consume al dar flores precipitadamente.

¿QUÉ DIRÍA?
¿Qué diría la gente, recortada y vacía,
Si en un día fortuito, por ultra fantasía,
Me tiñera el cabello de plateado y violeta,
Usara peplo griego, cambiara la peineta
Por cintillo de flores: miosotis o jazmines,
Cantara por las calles al compás de violines,
O dijera mis versos recorriendo las plazas
Libertando mi gusto de vulgares mordazas?

¿Irían a mirarme cubriendo las aceras?
¿Me quemarían como quemaron hechiceras?
¿Campanas tocarían para llamar a misa?

En verdad que pensarlo me da un poco de risa.

PRESENTIMIENTO
Tengo el presentimiento que he de vivir muy poco.
Esta cabeza mía se parece al crisol, purifica y consume.
Pero sin una queja, sin asomo de horror,
Para acabarme quiero que una tarde sin nubes,
Bajo el límpido sol,
Nazca de un gran jazmín una víbora blanca
Que dulce, dulcemente, me pique el corazón.

CAPRICHO
Escrútame los ojos, sorpréndeme la boca,
Sujeta entre tus manos esta cabeza loca;
Dame de beber, el malvado veneno
Que te moja los labios a pesar de ser bueno.

Pero no me preguntes, no me preguntes nada
De por qué lloré tanto en la noche pasada;
Las mujeres lloramos sin saber, porque sí:
Es esto de los llantos pasaje baladí.

Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto,
Un mar un poco torpe, ligeramente estulto,
Que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
Y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia.

No preguntes, amado, lo debes sospechar;
En la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada más. Tempestades que las atrae y las lleva
Un viento que nos marca cada vez costa nueva.
Sí, vanas mariposas sobre jardín de Enero,
Nuestro interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz de cristalería, fruto de carnaval
Decorado en escamas de serpientes del mal.
Así somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta:
Movilidad absurda de inconsciente coqueta.
Deseamos y gustamos la miel de cada copa
Y en el cerebro tenemos un poquito de estopa.
Bien; no, no me preguntes. Torpeza de mujer,
Capricho, amado mío, capricho debe ser.
Oh, déjame que ría… ¿No ves qué tarde hermosa?
Espínate las manos y córtame una rosa.

SOY
Soy suave y triste si idolatro, puedo
Bajar el cielo hasta mi mano cuando
El alma de otro la alma mía enredo.
Pulmón alguno no hallarás más blando.

Ninguna como yo las manos besa,
Ni se acurruca tanto en un ensueño,
Ni cupo en otro cuerpo, así pequeño,
Un alma humana de mayor terneza.

Muero sobre los ojos, si los siento
Como pájaros vivos, un momento,
Aletear bajo mis dedos blancos.

Sé la frase que encanta y que comprende,
Y sé callar cuando la luna asciende
Enorme y roja sobre los barrancos.

LA OTRA AMIGA
Otra amiga me dice: - Las mujeres mentales
Perdedoras salimos en negocios de amores
Tenemos, ciertamente, muchos adoradores:
Buscan pequeños sorbos en caídas vestales.
Su corazón lo ponen no en las espirituales.

Que fatigan al cabo. Como cultivadores
Adoran lo que crean: piensan que las mejores
Son aquellas plegadas a sus modos carnales.

Las mujeres mentales son las plataformas:
Mejoramos los hombres, y pulimos sus normas,
Refinan en nosotras su instinto desatado.

Y cuando, ya cansadas de esperar, les pedimos
El corazón, en cambio del propio que le dimos,
Se lleva la que pasa lo que hemos adorado.

No hay comentarios:

Leal Cuba

Eusebio Leal Spengler , luchador incasable en pro de la conservación del Patrimonio Nacional Cubano material e inmaterial, y en especial de...