miércoles, 27 de octubre de 2010

CHE COMANDANTE, AMIGO…




Por Yeter Palmero/ Televisión Camagüey

La vida de Ernesto Guevara es sin dudas ejemplo a seguir para miles de personas en el mundo. Su trayectoria es fuente de inspiración, perdura en la memoria y en el actuar de los pueblos.

Los cubanos le recordamos como el Che, el eterno guerrillero amigo que forjó parte de nuestra Revolución, aquel de mirada profunda en quien pensamos cuando recibimos la pañoleta en la primaria, cuando vamos al trabajo voluntario, y a quien no queremos defraudar…

Él, confirmó la sentencia martiana que los cubanos conocemos al dedillo: “Un hombre debe estar allí donde es más útil”. Su corazón latía a la par del de la América nuestra…

Nicolás Guillén, camagüeyano conocido como el Poeta Nacional de Cuba, dedicó 4 poemas al guerrillero. El más conocido fue el que leyó en octubre de 1967 en la Plaza de la Revolución “José Martí “ , el día en que se efectuó la velada solemne en homenaje a quién había caído en tierras de Bolivia.
Ante una impresionante multitud silenciosa, sin previa presentación, el poeta ocupó el podio situado en la tribuna y su emocionante voz reflejó en versos el sentimiento de todo un pueblo:

Che Comandante

No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.
No por callado eres silencio.
Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerios, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos
Che Comandante,
amigo.
Con sus dientes de júbilo
Norteamérica ríe. Más de pronto
revuélvese en su lecho
de dólares. Se le cuaja
la risa en una máscara,
y tu gran cuerpo de metal
sube, se disemina
en las guerrillas, como tábanos,
y tu ancho nombre herido por soldados
ilumina la noche americana
como una estrella súbita, caída
en medio de una orgía.
Tú lo sabias, Guevara,
pero no lo dijiste por modestia,
por no hablar de ti mismo.
Che Comandante,
amigo.
Estás en todas partes. En el indio
hecho de sueño y cobre. Y en el negro
revuelto en espumosa muchedumbre,
y en el ser petrolero y salitrero,
y en el terrible desamparo
de la banana, y en la gran pampa de las pieles,
y en el azúcar y en la sal y en los cafetos,
tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,
vivo, como no te querían,
Che Comandante,
amigo.
Cuba te sabe de memoria. Rostro
de barbas que clarean. Y marfil
y aceituna en la piel de santo joven.
Firme la voz que ordena sin mandar,
que manda compañera, ordena amiga,
tierna y dura de jefe camarada.
Te vemos cada día ministro,
cada día soldado, cada día
gente llana y difícil
cada día.
Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Che Comandante,
amigo.

Pasas en tu descolorido, roto, agujereado
traje de campaña.
El de la selva, como antes
fue el de la Sierra. Semidesnudo
el poderoso pecho de fusil y palabra,
de ardiente vendaval y lenta rosa.
No hay descanso.
¡Salud Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante,
amigo.

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