martes, 1 de septiembre de 2015

El respeto de José Martí por Máximo Gómez





Por Yeter Palmero/ Periodista de Televisión Camagüey 
 

La admiración que José Martí sintió por Máximo Gómez fue siempre absoluta. Me detuve en el borrador de una carta que le enviara el Héroe cubano desde Guatemala en 1877 y pude corroborarlo. Son palabras escritas con mucha honestidad cuando aun no se conocían personalmente.
General:
He conmovido muchas veces refiriendo la manera conque usted pelea: - la he escrito, la he hablado:- en lo moderno no le encuentro semejante: en lo antiguo, tampoco.”[1]
Máximo Gómez, -estratega militar que desde los 16 años se unió al ejército dominicano y en el que había alcanzado el grado de alférez-; devino también en uno de los líderes protagónicos de la Guerra de los Diez Años en Cuba.
Para José Martí el joven revolucionario que amaba la libertad más allá de intereses personales, cuyo destino le deparó a los 16 años presidio político y luego un injusto destierro,- este General dominicano era  por sobradas razones digno de admiración y respeto.
Confiaba además en su sabiduría  y discreción; por eso le pregunta en esta oportunidad sobre una misiva enviada a Carlos Manuel de Céspedes por Ignacio Agramonte cuando renuncia a su cargo de la división de Camagüey, - éstos últimos, importantes jefes insurrectos durante la Guerra Grande en Cuba.
José Martí  quería comprender la humanidad y valores de ambos líderes desde la visión experta de un sabio guerrero: Máximo Gómez, y dice entonces: “las glorias no se deben  enterrar, si no sacarlas a la luz… A otros pudiera dirigirme, en usted fío. No extrañe este lenguaje, cuando se sirve bien a la Patria, se tienen en todas partes muchos amigos viejos.”[2]
Revelado el plato fuerte del asunto, quedaba sólo motivar la solidaridad del General. Martí decide sin dudarlo y con toda franqueza sintetizar quien es. Se muestra tal cual se percibe a sí  mismo,  desde la autenticidad de un revolucionario modesto que en su humanidad también tiene limitaciones.
El gesto refleja además la confianza que deposita en quien le leerá y con quien  a partir de entonces forjaría una inquebrantable amistad en medio de los esfuerzos por lograr la independencia de Cuba.
“De mi, tal vez nadie le dé razón. Rafael Mendive fue mi padre: de la escuela fui a la cárcel y a un presidio, y a un destierro, y a otro: - aquí vivo, muerto de vergüenza porque no peleo.- Enfermo seriamente y fuertemente atado, pienso, veo y escribo.”[3]
En el cierre de la carta está también el anhelo ferviente de ser parte activa en los combates;  y a la vez  incluye la sagrada misión del periodismo con el poder intrínseco de aunar voluntades, conmover con la palabra, transformar para bien.
“… sírvase de darme las noticias históricas que le pido, - que tengo prisa de estudiarlas y de publicar las hazañas escondidas de nuestros grandes hombres. -Seré cronista, ya que no puedo ser soldado.”[4]
Ambos héroes unieron sus caminos en muchas más cartas, encuentros y experiencias, siempre desde el respeto mutuo. Esta misiva es quizás una de las menos conocidas. En ella se esbozan los cimientos de la  inquebrantable amistad que construirían en vida.









[1] Carta de José Martí Pérez al general Máximo Gómez Báez, Guatemala 1877.( borrador de carta que a aparece junto a  apuntes sobre Carlos Manuel de Céspedes, en el mismo pliego y con la misma letra)
[2] Ibídem
[3] Ibídem
[4] Ibídem

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