lunes, 22 de septiembre de 2014

Cuba cuenta con 26 aves endémicas

(Tomado de Cubasi)

Entre las que figuran el tocororo, la pedorrera, el zunzuncito, el sijú platanero, el tomeguín del pinar, el pechero y la paloma perdiz.  
Durante un mes, del 21 de abril al 22 de mayo, fechas en que se celebran los días mundiales de la Tierra, y de la Biodiversidad, respectivamente, se efectúa cada año en la franja costera y sureña Caimanera-Maisí, el capítulo guantanamero del Festival de aves endémicas del Caribe.

El término endemismo se utiliza para identificar las especies que solo habitan en el archipiélago cubano y no tienen subespecies o razas fuera de este.  

En el caso de las aves, las endémicas se consideran los alados más importante de un territorio en cuestión.

Cuba cuenta con 369 especímenes de aves registradas, representantes de 20 órdenes y 63 familias, con 26 endémicos, entre los que figuran el tocororo, la pedorrera, el zunzuncito, el sijú platanero, el tomeguín del pinar, el pechero y la paloma perdiz.  


Se suman, además, el gavilán colilargo, la gallinuela de Santo Tomás, el totí, la ferminia y el sinsontillo, entre los más amenazados.

Durante el mencionado festival se promueve entre los alumnos y profesores de la escuela primaria Patricio Sierralta y los pobladores de la Reserva ecológica de Baitiquirí, en San Antonio del Sur, una cultura de la protección de la naturaleza en aquellos lugares que acogen a las aves migratorias en diferentes épocas del año.

Los niños monitorean en sus ratos libres las aves que sobrevuelan esa región, único semidesierto cubano, y reportan las no avistadas durante prolongados períodos, como parte de un proyecto del Centro de Aplicación de Tecnologías para el Desarrollo Sostenible (CATEDES).

Sandra Chapman Stable, especialista de esa institución científica, explica que el efecto didáctico de esas citas anuales, el cuidado de la naturaleza por los comunitarios y medidas de conservación de suelos  llevadas a cabo por el Estado cubano, propiciaron el retorno de la paloma aliblanca y el sinsontillo, ambas incluidas en el listado de la avifauna originaria de la ínsula caribeña.

Añadió que también regresaron insectos, libélulas, mariposas, palomillas, hormigas, abejas y avispas, al mejorárseles el hábitat, mediante la siembra de árboles y una política estricta de mantener los aún existentes, en donde anidan ocasionalmente.

Reportes de Bird Life Internacional aseguran que poco más de la cuarta parte de los alados de la subregión del Caribe son endémicos y al menos 55 se encuentran incluidos en la categoría de amenazados.

Esa organización dedicada a la protección de las aves y sus hábitats ha identificado y digitalizado en el Caribe 283 Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (IBA).

Otros se encuentran constantemente amenazados y en peligro de extinción como el gavilán caguarero, ave de rapiña diurna que hace un siglo podía encontrarse en la Ciénaga de Zapata y la región oriental.

Ahora está confinada a la región montañosa entre Moa y Baracoa, en las provincias de Holguín y Guantánamo.

La Isla sirve como una conexión vital para las aves que viajan entre zonas de cría continentales templadas y tropicales durante la temporada invernal, afirman los ornitólogos Orlando H. Garrido y Arturo Kirkconell, curadores del Museo Nacional de Historia Natural en el libro Aves de Cuba.

El texto es, según expertos, el primero dedicado enteramente a esa temática durante los últimos 80 años; mantiene la tradición de las obras de Ramón de Sagra, Johannes Gundlach y Thomas Barbour; y atesora “vasta cantidad de nueva información, mapas de distribución y admirables ilustraciones”.

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