Por Raysa Mestril Gutiérrez/Radio Cadena Agramonte
Sentir el ajetreo de los pasos y el laboreo constante de vecinos,
obreros y visitantes, me hace renacer y disfrutar todo lo que por este
medio siglo de vida me regalan y agradecen, porque como ciudad de
inigualable patrimonio, me quieren bella, histórica y legendaria en
estos 500 años que he crecido junto a mi pueblo.
Mis plazas, iglesias y callejones, emblemas de una villa que -según
dicen- deslumbra por sus sinuosas calles y vías que van a un mismo
lugar, reciben una atención especial por estos días, para que ese plato
roto que parezco por mi trazado, continúe reclamando visitas y elogios.
La Oficina del Historiador que me representa no ha reparado en
esfuerzos ni recursos, sus trabajadores preparan un Centro de
convenciones que llevará por nombre “Santa Cecilia”, como la sociedad
cultural que dio vida al inmueble, el cual retocan y mejoran para
celebrar el esperado cumpleaños hablando de la gestión y el manejo de
ciudades como yo.
Calles temáticas, como la del cine, reparación de las viviendas de mis
pobladores, mejoras hidráulicas en múltiples zonas, el Centro de
Interpretación que acoge a la maqueta que me reproduce en miniatura, y
muchas obras más, reconfortan a la altura de este medio milenio, por
contar con un pueblo laborioso que por sobre todas las cosas me ama.
Sí, el sentir a diario el inconfundible ajetreo de mis habitantes,
quienes con orgullo pueden llamarse también agramontinos, es el mejor
regalo a esta vieja ciudad, otrora villa de Santa María del Puerto del
Príncipe, hoy revolucionaria y solidaria, que dice a todo aire y con el
orgullo de sus 500 años: Te quiere y abraza Camagüey. (Foto: Archivo.)
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