Por Yeter Palmero/ Televisión Camagüey
El 16 de abril de 1961, en el acto multitudinario por el sepelio de las víctimas de los bombardeos a los aeropuertos cubanos, -efectuados el día anterior-, el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana.
[…] Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria ¿juran defender hasta la última gota de sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes?
Sus palabras fueron elocuentes, seguidas de la respuesta afirmativa de las masas. Una vez más el pueblo cubano ejercía sus derechos democráticos ante la consulta pública. A partir de ese momento se lucharía por la defensa de la Patria y del Socialismo, convicción que acompañaría a los combatientes revolucionarios ante la inminente invasión mercenaria.
[…] El Programa del Moncada se había cumplido en lo esencial y la Revolución Cubana, en medio de épica lucha antimperialista, pasaba a la etapa socialista…
No fue ello resultado de casualidades ni voluntarismo, sino una necesidad histórica; determinada sobre todo, por el insostenible cúmulo de problemas y conflictos políticos, económicos y sociales creados, acumulados y no resueltos por el colonialismo primero y el capitalismo neocolonial después.
Los dos años posteriores a 1959, en Cuba se lograron suprimir los vínculos de dominación establecidos por el imperialismo norteamericano; mediante leyes y medidas dirigidas a lograr la soberanía nacional y la igualdad social.
Pero para garantizar la elevación constante del bienestar del pueblo y el desarrollo integral de cada miembro de la sociedad era necesario más. Un sistema socioeconómico basado en la propiedad social sobre los medios de producción, era la clave del asunto.
Así, los cubanos nos definimos como socialistas. No era suficiente con destronar al capitalismo de la economía cubana, se necesitaba consolidar los logros y cimentarlos en pos de un futuro más sólido, justo y digno: de, por y para los humildes.
El 16 de abril de 1961, en el acto multitudinario por el sepelio de las víctimas de los bombardeos a los aeropuertos cubanos, -efectuados el día anterior-, el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana.
[…] Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria ¿juran defender hasta la última gota de sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes?
Sus palabras fueron elocuentes, seguidas de la respuesta afirmativa de las masas. Una vez más el pueblo cubano ejercía sus derechos democráticos ante la consulta pública. A partir de ese momento se lucharía por la defensa de la Patria y del Socialismo, convicción que acompañaría a los combatientes revolucionarios ante la inminente invasión mercenaria.
[…] El Programa del Moncada se había cumplido en lo esencial y la Revolución Cubana, en medio de épica lucha antimperialista, pasaba a la etapa socialista…
No fue ello resultado de casualidades ni voluntarismo, sino una necesidad histórica; determinada sobre todo, por el insostenible cúmulo de problemas y conflictos políticos, económicos y sociales creados, acumulados y no resueltos por el colonialismo primero y el capitalismo neocolonial después.
Los dos años posteriores a 1959, en Cuba se lograron suprimir los vínculos de dominación establecidos por el imperialismo norteamericano; mediante leyes y medidas dirigidas a lograr la soberanía nacional y la igualdad social.
Pero para garantizar la elevación constante del bienestar del pueblo y el desarrollo integral de cada miembro de la sociedad era necesario más. Un sistema socioeconómico basado en la propiedad social sobre los medios de producción, era la clave del asunto.
Así, los cubanos nos definimos como socialistas. No era suficiente con destronar al capitalismo de la economía cubana, se necesitaba consolidar los logros y cimentarlos en pos de un futuro más sólido, justo y digno: de, por y para los humildes.
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