Conversé recientemente con alguien que
no llamaba dañino a lo más cruel del capitalismo: su sistema de salud. Le escuché en
calma, pero mientras más le oía, más absorta quedaba. ¿Cómo puede el medio en que vivimos transformarnos tanto, al punto de no percibir crueldad en que un doctor te atienda sólo si tienes seguro médico o
efectivo en mano?
¿Cómo puede llamarse calidad al exceso de exámenes; que no tienen nada que ver con la
sintomatología del paciente y sin con una estrategia para obtener mayores
ganancias dilatando el diagnóstico?
Mi interlocutor no vive en
Cuba, y su manera de pensar coincide a mi manera de ver, con la de muchos que tienen determinados recursos económicos en posiciones sólidas dentro de la clase media o alta de sus países, no con la realidad de los más pobres que son mayoría. Su manera de vivir determina en gran medidad como piensa, un principio que los marxistas hemos escuhado mucho.
El capitalismo deshumaniza a los hombres y ellos mismos ni lo perciben. Suelen llamar sociedad de competencia apta para hombres y mujeres capacitados, a lo que por siglos a demostrado ser cuna de grandes adelantos y fuerte economía, junto a raiz de pobreza y desamparo para muchos.
Allí la gente se aferra al seguro médico como a un ídolo, omitiendo en muchas ocasiones -para evitar dolor y gastos de dinero-, la pena de otros, dígase sea el caso de los miles de niños o personas de cualquier edad que mueren sin atención médica.
El capitalismo deshumaniza a los hombres y ellos mismos ni lo perciben. Suelen llamar sociedad de competencia apta para hombres y mujeres capacitados, a lo que por siglos a demostrado ser cuna de grandes adelantos y fuerte economía, junto a raiz de pobreza y desamparo para muchos.
Allí la gente se aferra al seguro médico como a un ídolo, omitiendo en muchas ocasiones -para evitar dolor y gastos de dinero-, la pena de otros, dígase sea el caso de los miles de niños o personas de cualquier edad que mueren sin atención médica.
En mi opinión no puede llamarse bueno a lo que
es excluyente y cruel por naturaleza.
Por esas y muchas razones valoro
tanto a mi Cuba, esta tierra de pueblo esforzado y noble; de hombres y mujeres
con corazones vivos, latentes por el dolor ajeno, incluso, más allá de las fronteras de la isla.
Nuestros médicos, doctoras,
enfermeras y técnicos de la salud, brindan
una atención de excelencia, con amor y alto rigor profesional.
Me siento
privilegiada de haber nacido en este país, de vivir en él, y de poder
contar con un sistema de salud gratuito, humano y de indiscutible calidad.
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