Por Yeter Palmero/ Televisión Camagüey
Hace unos días pude constatar una vez más el componente que distingue a la Salud en Cuba y que hace de sus profesionales personas inolvidables en la vida de pacientes y familiares. Unido al alto nivel de preparación de estos hombres y mujeres en las más diversas aristas de las Ciencias Médicas, resalta el amor, la ternura, la educación y el respeto conque ejercen la labor diaria.
Mi historia comienza en el Hospital Universitario Manuel Piti Fajardo del municipio de Florida. Íbamos de camino a otro territorio agramontino, cuando producto a la
existencia de cálculos en los riñones de mi esposo, un fuerte dolor nos
hizo descender del ónmibus en que viajábamos justo a las siete de la
mañana. Permanecimos allí durante todo un día hasta su total recuperación.
Nadie nos conocía en ese centro de salud y con inmensa amabilidad fuimos atendidos. El cólico nefrítico de mi esposo requirió de dos sueros intravenosos con medicamentos de alto costo en el mercado internacional, entre ellos varias dosis de los concidos como abafortán y aminofilina. Enfermeras y doctores en más de una ocasión verificaron su estado de salud, le dieron aliento y apoyo en medio del dolor.
Al terminar el día me sentí orgullosa de vivir en Cuba, una vez más el humaniso del sistema social cubano estaba frente a mis ojos, sin influuencias ni dinero en medio, sin intereses. Amor y humanismo distinguían como los frutos de una Revolución hecha por y para los humildes...
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