Agradezco a los organizadores de este Encuentro Internacional de
Solidaridad la oportunidad de hablar sobre los cinco compatriotas que
pronto cumplirán catorce años de cruel e injusto castigo por luchar
contra el terrorismo que desde Estados Unidos se ha practicado contra
Cuba por más de medio siglo.
Ellos son inspiración y guía para los trabajadores y el pueblo cubano
empeñados hoy en las múltiples y complejas tareas de hacer los cambios
necesarios a nuestro modelo de desarrollo para perfeccionar nuestra
sociedad y hacerla cada vez más eficiente y socialista. Gerardo, Ramón,
Antonio, Fernando y René, hijos de este pueblo, educados y forjados por
su Revolución, han sido capaces de mantenerse firmes e indoblegables
pese a su aislamiento, demostrando, en la mayor soledad, la fuerza
indestructible de sus ideales, proclamando día y noche que sí se puede,
que la Patria y el socialismo pueden resistir y vencer.
Por eso la lucha
para liberarlos, para que regresen a casa de inmediato y sin
condiciones es una prioridad para los cubanos y es una tarea en la que
debemos multiplicarnos sin tregua ni descanso hasta la victoria total.
Pero esa causa es de importancia estratégica para todos, más allá de
los límites de esta isla. Lo es especialmente para los pueblos de
América Latina y el Caribe que también han sido víctimas del terrorismo
orquestado desde el Norte y para el propio pueblo de Estados Unidos que
tiene el derecho y la necesidad de darse un gobierno que aprenda a
vivir en paz con sus vecinos; pero también esta causa es importante para
los pueblos de todo el mundo que afrontan los graves peligros de la
violencia y la irracionalidad de una política imperial arrogante y
necia.
Agotados ya todos los recursos de apelación ordinaria los Cinco
aguardan por el pronunciamiento de la Corte de Miami ante el
procedimiento extraordinario o Habeas Corpus, última posibilidad que
ofrece el sistema judicial norteamericano. La Jueza debe responder
también la solicitud que se le ha hecho para que convoque a audiencias
orales en las que se examinen nuevas evidencias y argumentos que le
permitan emitir un fallo justo.
En el centro de la cuestión está la necesidad de esclarecer los numerosos aspectos de este proceso que permanecen ocultos.
Por una parte hay que descubrir el alcance de la conjura del gobierno
con los medios de prensa locales de Miami que recibieron financiamiento
oficial para desatar una feroz campaña de propaganda y realizaron
provocaciones y amenazas para presionar y amedrentar a los miembros del
jurado haciendo absolutamente imposible la labor del tribunal. Esas
acciones justificaron, en su momento, las protestas de la misma jueza;
años después de concluido el juicio se conoció públicamente que los
provocadores recibían cuantiosos pagos del gobierno federal. Hace ya
seis años que varias organizaciones de la sociedad civil reclaman por la
vía judicial y administrativa que el gobierno revele lo que oculta
sobre esta conspiración. La misma demanda forma parte sustancial de los
Habeas Corpus de nuestros compañeros.
Además hay otra demanda de descubrimiento respecto al caso especial
de Gerardo Hernández Nordelo, condenado a la descomunal pena de dos
cadenas perpetuas más quince años por un inventado delito que él no
cometió, por un crimen que ni siquiera existió y que Gerardo purga en
una prisión de máxima seguridad en condiciones particularmente duras.
A Gerardo se le acusó de una falsa e irreal participación en el
incidente del 24 de febrero de 1996 cuando fueron derribadas en aguas
cubanas dos aeronaves de un grupo terrorista que violaba
sistemáticamente el espacio aéreo cubano, algo que había hecho docenas
de veces pese a las reiteradas protestas del gobierno cubano. Tan
endeble era esa acusación que así lo reconoció la propia Fiscalía de
Estados Unidos en una Moción de Emergencia con la que trató de retirarla
en mayo de 2001.
Gerardo no tuvo absolutamente nada que ver con aquel incidente como
lo admitió incluso Washington en ese documento. Pero hay algo más. Los
lamentables sucesos de aquel día ocurrieron sobre el territorio de Cuba
y por tanto ningún tribunal norteamericano tenía jurisdicción al
respecto.
Desde el juicio de Miami hasta la última petición de Gerardo se le
reclama a Washington que muestre las imágenes tomadas por sus satélites
sobre el incidente. La misma demanda ha sido presentada ante los
tribunales y el gobierno por importantes instituciones civiles de aquel
país. Con igual tozudez, tanto la Administración de W. Bush como la de
Obama, se niegan a que nadie pueda verlas. Son catorce años de
ocultamiento que solo puede explicarse porque al gobierno de Estados
Unidos le consta que carecía totalmente de fundamento la vulgar calumnia
contra Gerardo y los cargos formulados contra él, así como los que
había levantado contra sus compañeros.
El ocultamiento de las pruebas y la desaforada hostilidad contra los
acusados junto con su exigencia de que el juicio se realizara en Miami y
no en cualquier otra parte prueban la grosera prevaricación de la
Fiscalía.
En el año 2005 en un fallo histórico el panel de la Corte de
Apelaciones decidió unánimemente declarar el juicio de Miami nulo y sin
valor. Es lo menos que debería hacer el tribunal ahora que se conocen
nuevos elementos que refuerzan aquella justa decisión.
Incluso hoy sería imposible juzgar con ecuanimidad a cinco patriotas
cubanos en Miami. Repasemos someramente lo ocurrido en ese lugar en
abril de 2012, el mes que acaba de terminar.
Un anuncio a favor de la libertad de los Cinco tuvo que ser retirado a
las pocas horas de instalado ante amenazas de muerte. Al mismo tiempo
fue sancionado en su empleo y obligado a realizar un lamentable
espectáculo de contrición pública el director de un equipo deportivo que
se había atrevido a balbucear algunas palabras no gratas para la mafia
terrorista. Hace apenas unos días una bomba incendiaria destruyó
completamente las oficinas de una agencia que organiza viajes a Cuba, la
cual se había encargado de traer a quienes quisieron acompañar aquí al
Papa Benedicto XVI. Al mismo tiempo los medios locales de esa ciudad han
lanzado una irrespetuosa serie de insultos e infundios contra el
Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, porque Su
Eminencia dijo algunas verdades serena y ponderadamente.
Si así es Miami ahora, en mayo del 2012, es fácil imaginar cuál era
el ambiente hace catorce años cuando el secuestro impune de un niño de
seis años escandalizó al mundo y el rescate de Elián provocó la
frustración y la rabia desenfrenada de la mafia batistiano-terrorista y
fue en ese ambiente de odio y de violencia que los Cinco fueron
apresados y sometidos a juicio.
Ha habido cambios significativos en la emigración cubana. Pero Miami
es aún Miami, sigue siendo el feudo de esa mafia que controla a sus
autoridades y medios de prensa.
Es indispensable denunciar con urgencia el bloqueo de las
corporaciones que controlan y manipulan la información e impiden al
pueblo norteamericano conocer la verdad. Levantemos la solidaridad
internacional hasta hacerla ola incontenible que derribe el muro de
silencio y haga que el pueblo norteamericano, con el respaldo de todos
en el resto del mundo le exija al Presidente Obama que haga lo que puede
y debe hacer: que disponga la libertad inmediata e incondicional de los
Cinco, de todos y cada uno de ellos. Para que nos entienda mejor: Obama
Give me Five.
*Palabras de Ricardo Alarcón, Presidente de la
Asamblea Nacional de Poder Popular, en el X Encuentro Internacional de
Solidaridad con Cuba, celebrado en La Habana, Mayo 2, 2012.
(Tomado de CubaDebate)
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