Che, un mito sin enigmas

Por Araís Cabrera/ Colaboradora de este blog

Hay una imagen que aún en los más apartados y olvidados rincones de la tierra sale al encuentro, la de Ernesto Guevara de la serna, a quien los cubanos bautizamos con el cariñoso sobrenombre que lo inmortaliza: Che.

Muchos lo conocen como un guerrillero, y cierto es que llegó a ser el mejor. Consigo llevó siempre otra de mucho más impacto: la de su ejemplo. Por eso, medio siglo después de que su imagen apareciera por primera vez en cientos de periódicos de todo el mundo como uno de los líderes de la Revolución cubana, hoy lo vemos como el hombre excepcional que amó infinitamente a sus seres queridos, a su Patria y a la humanidad.

¡Seremos como el Che! No son estas las simples palabras de un lema, sino el sueño de cada uno de nosotros que vemos en Ernesto Guevara de la Serna el mejor ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio y modelo de revolucionario.

“Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos...” dijo a Fidel en Carta de despedida. En la primera mitad del año 1967 nace en el seno de la selva boliviana la guerrilla internacionalista comanda por él.

Como exponente del internacionalismo proletario, se convierte en bandera de lucha para los pobres y explotados, deviene en hombre primordial de nuestra época. La magia procedente de su historia y su personalidad suscitó un paradigma nunca antes, ni hasta hoy visto.

¿Cuál es el secreto de su interminable renacer? ¿Por qué será que tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo? ¿Qué explica su inagotable presencia en el mundo?

Se trata que una y otra vez necesitamos al Che para encarar y superar la sociedad contemporánea, las inhumanas contradicciones del capitalismo. Lo necesitamos en el perfeccionamiento el Socialismo cubano.

La sabiduría e imaginario popular lo convirtieron en mito, santo, laico, profeta y modelo del ser humano. El seguirá presente en los quehaceres emancipadores por venir y será estímulo perdurable en la búsqueda del perfeccionamiento de la sociedad y del hombre nuevo.

¡Comandante, la estrella que te puso aquí te hizo nuestro! ¡Hasta la victoria siempre!